Ya funciona en el país una red de 400 emprendedores web
Aquella burbuja tecnológica del principio del siglo XXI no duró mucho en el aire. La euforia de los “puntocom”, y el negocio millonario que suponían, terminó por ser efímera. Entrado el otoño de 2001, esa esfera confirmó su debilidad a partir de la sobrevaluada expectativa, sumó presión y explotó. Fue el fin de la era 1.0. Pero como un Big Bang virtual, aquella crisis derivó, cuatro años después, en otra revolución. Con mayor tecnología, menores costos y más usuarios, la Web cobró una importancia inédita con nuevas aplicaciones y con sitios apareciendo con sorprendente regularidad. La era 2.0 sacudió el escenario en todo el mundo, incluso en la Argentina, que rápidamente se transformó en paradigma latinoamericano. Apenas un tiempo después del “Renacimiento web” ya existe en Buenos Aires una comunidad con 400 emprendedores que no sólo busca triunfar en los negocios amparados en los beneficios de la 2.0; también, compartir experiencias, intercambiar ideas y ayudarse en el crecimiento.
Son diseñadores de páginas, programadores, empresas web consolidadas, bloggers y hasta inversores. Todos trabajan a la par en busca de oportunidades para desarrollar proyectos que trasciendan las fronteras de lo doméstico. El grupo se autobautizó Palermo Valley (en “homenaje” a la zona de Silicon Valley, en San Francisco, Estados Unidos, donde están instalados los más grandes de la industria tecnológica del mundo). “El nombre nació como un chiste”, cuenta Santiago Siri, responsable de popego.com. “Nos dimos cuenta de que todos estábamos instalados en el mismo barrio y le pusimos un nombre más a la zona. No es Hollywood, es Valley”.Esa idea, surgida en una mesa que reunió a tres emprendedores, tuvo su efecto epidémico. En la primera reunión (en 2007, a través de la red social digital Twitter) fueron 30. En la cuarta, 400. “Al ser un núcleo de gente es un gran acelerador de proyectos. Te sentís parte de una comunidad. Se hacen negocios, alianzas… Y es una buena excusa para tomar cerveza”, detalla Juan Melano, que acaba de lanzar su comunidad de blogs. “Además, trasladamos Internet a un espacio físico. Nos conocimos cara a cara”, agrega Alexis Garbarz, referente de la página de clasificados online OLX y un obsesivo por encontrar músicos desconocidos en la Web.
Y así, Palermo Valley fue creciendo. Sus integrantes estiman, por lo bajo, que para fin de año habrán cerrado negocios por alrededor de un millón de pesos.”Los logros, igual, no son sólo las inversiones. Hay conquistas intangibles, como la humana. Esta comunidad termina motivando a todos cuando ves que otro lo hace y le va bien”, aclara Vanesa Kolodziej, representante de un fondo de inversión y geek (persona fascinada con la tecnología y la computación) confesa. “Es que no hay una finalidad netamente financiera. Queremos generar un caldo de cultivo que arme una movida tecnológica referente en el mundo”, coincide Siri.
No obstante, nada es tan sencillo. Los emprendedores coinciden en que hace falta trabajo y también (aunque no lo digan oficialmente) cierto apoyo estatal. “Para que seamos un polo hace falta más volumen de emprendimientos. Así van a salir las grandes empresas, como fue Mercado Libre la década pasada”, aclara Pablo Rigazzi.
Uno de los emprendimientos más importantes del grupo es la red social de origen nacional Sonico. Para muchos de los integrantes de Palermo Valley, es un ejemplo a seguir. Desde San Pablo, su fundador, Rodrigo Teijeira, resume todo a las ganas y a las ideas: “Las oportunidades en Internet son tremendas. Podés competir con otros países de igual a igual. No es caro y sólo necesitás una idea, tuya o adaptada a la cultura que sea. Y acá las hay de sobra”.
Fuente Original: Clarín
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